La baronesa está hastiada,
¡no le respetan el celo!
Sólo le queda el consuelo
de no quedarse estancada.
“El cóctel no sabe a nada”,
es lo que piensa un muchacho
después de sufrir empacho
por la cerveza templada.
A su espalda, rezagada,
la voz del entendimiento
con quebrado filamento
ha de quedarse callada.
Ya ha cruzado la mirada;
cree sentirse victorioso
sin saber que al ser hermoso
juega al fuego con espada.
La baronesa, encantada,
despliega sus aptitudes,
reclamando las virtudes
de subida… y de bajada.
¡no le respetan el celo!
Sólo le queda el consuelo
de no quedarse estancada.
“El cóctel no sabe a nada”,
es lo que piensa un muchacho
después de sufrir empacho
por la cerveza templada.
A su espalda, rezagada,
la voz del entendimiento
con quebrado filamento
ha de quedarse callada.
Ya ha cruzado la mirada;
cree sentirse victorioso
sin saber que al ser hermoso
juega al fuego con espada.
La baronesa, encantada,
despliega sus aptitudes,
reclamando las virtudes
de subida… y de bajada.
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