jueves, 31 de enero de 2013

El escaparate (I)

Océanos etéreos, mar en calma,
mi vaporoso cielo en lontananza.
A ras del horizonte, allí, se empalma
el frío azul de un rayo de esperanza
y una honda pretensión: cabal bonanza.
 
Concisa voluntad imprescindible
la próspera existencia en este mundo.
Cual ser humano, no soy infalible
y apelo al ayudante, moribundo,
oculto, subrepticio y vagabundo.
 
¿Quién tenderá su mano? Me pregunto
entre ígneos estertores opresivos,
tratando de soñar, si ese es mi asunto,
como si no tuviera otros motivos,
como si allí estuviera, entre los vivos.
 
Y así, de pronto, siento un estallido.
Mi cerebro no ha muerto, sólo duerme,
tratando de ocultar lo que ha vivido.
Si el mal acecha y él se encuentra inerme…
¡que venga una deidad a socorrerme!

No hay comentarios:

Publicar un comentario