sábado, 2 de febrero de 2013

Mirar a las estrellas

La vehemencia no siempre me conturba. Mi mente no vaga demente continuamente, tal vez en cierto momento cuando, incierto, lento, acierto a dejarme llevar por la defenestración y el rubor. Aunque cada vez me pasa menos. ¿Será el fin de mis reflexiones? Lo dudo mucho; mi cabeza se carga de abrojos continuamente. Por eso es bueno evadirse de vez en cuando y mirar a las estrellas.
 
Es muy sencillo. Hay que apuntar hacia arriba, más allá de zaguanes, balaustradas y techumbres. Hay que sobrepasar troposferas, estratosferas, mesosferas y demás “feras”. Hay que dejar atrás satélites, asteroides y planetas, incluso nuestro querido Sol (¿qué sería de nosotros sin ti?). Y mucho más allá, pero no tan lejos como los límites de la estupidez humana, están las estrellas. Pequeños haces de luz que, desde el suelo, se tapan con la sombra de una sombra. ¿Lo tenemos? Bien. Ahora yo pregunto: enmarcados en esa escala de la existencia, ¿aún te preocupa el dinero? ¿Te molesta una mala palabra de un congénere? ¿Sigues preocupándote por conseguir ese “algo” que, una vez logrado, no saciará tu ardor? En serio, ¿te crees que “mañana” serás feliz? Voy a regalar una palabra a quien la quiera: AHORA.
 
Ahora es el momento. Salvo que estés parado en un semáforo. Ahí vas a tener que esperar a que se ponga verde. En cualquier otro caso… ahora. Ahora se presenta la oportunidad para darte cuenta de que eres insignificante, de que todos tus éxitos serán olvidados, de que por cada sonrisa que recibas tendrás que contemplar cien miradas de odio, de descubrir cómo los sueños son sueños, creaciones mentales, y nunca verán la luz. Y ahora es cuando digo que este párrafo está cargado de pensamiento positivo, porque analizado con calma, reflexionando cada aserción, uno puede descubrir que la ambición, el egoísmo, el triunfo al fin y al cabo no son sino formas de ir muriendo sin darnos cuenta. Y cuando la vehemencia me conturba yo sólo quiero vivir. Y, mirando a las estrellas, vivo.
 
Y si la mar es el morir (Jorge Manrique dixit) yo me voy a la piscina, porque me gusta mucho estar en remojo, como las lentejas, y no quiero dejar de entender al ser humano. Porque si nos abandonamos, si caemos en abulias y en desidias, leeremos el párrafo anterior como una retahíla de negatividades. Y no es el caso. Pero tampoco es cuestión de que nos resbale. Ni mandar, ni ser mandado. Eso es lo que entiendo como la clave de la felicidad.
 
Permítaseme una apostilla al concepto “mirar a las estrellas”. Es muy bonito mirar a las estrellas. No sólo sirve para enervarse con pensamientos enajenados. Desde aquí animo a todo el mundo a buscar un lugar oscuro y mirar a las estrellas. Y, por favor, tratad de buscar especialmente una, de sexta magnitud, doble y cambiante, que puede verse cerca de la gran estrella de Lira. Muy pronto os diré por qué.

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